miércoles, 13 de noviembre de 2013

¿Victoria o derrota?



«—¿Preparada?
—Sí, claro. ¿Por qué no iba a estarlo? Llevo esperándote veinte minutos.
La pareja subió al coche y condujeron hacia el elegante restaurante. Una vez sentados a la mesa él retomó la palabra.
—He estado pensando mucho en nosotros últimamente y creo que es hora de dar el siguiente paso.
—Yo también he pensado mucho en nosotros y déjame aclararte el siguiente paso. Me marcho. No quiero seguir enfrascada en esta relación. Me han ofrecido un trabajo bien remunerado en Londres y eso me ha abierto los ojos para darme cuenta de que lo que tenemos aquí no me gusta. No quiero seguir contigo. Necesito un tiempo para estar sola y pensar en lo que quiero.
Aturdido, vio cómo el camarero se acercaba con una botella de caro champán hacia su mesa.
—Señor, ¿les sirvo el champán?
Ella lo miraba, percibía su mirada inquisidora encima de él, pero sus ojos miraban el mantel blanco. No había sido un hombre sentimental, nunca había mostrado rabia o ira en público y aún menos se había mostrado amoroso. Pero en ese instante tenía ganas de llorar y notaba un nudo amargo en la garganta. Apretó los puños con fuerza y en voz baja despidió al camarero. Dejó varios billetes de cincuenta sobre la mesa y se marchó. Abandonó a la mujer de su vida minutos después de que ella le abandonase a él la misma noche que iba a pedirle matrimonio.»

Annabel Rubio, tema 3

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